Joyeria POMAR Galeria d'Art
Calle Castelar, 1 (Lado Mercado Viejo)
07800 Ibiza (Eivissa)
Telf. 971 190 726 - 971 310 526
Joyería tipica ibicenca; Primeras marcas en Joyeria de moda Swarovski, Majorica, Lladró, Thomas Sabo, Seyart, Andrea Blú, Breil, Adolfo Dominguez, Salvatore. Joyeria en oro blanco y brillantes
Joyeria NATASHA COLLIS
Carrer de Missa, 5 (Frente Iglesia San Miguel)
07815 Sant Miquel de Balansat - Ibiza (Eivissa)
Telf. (+34) 971 334 654
Los diseños de Natasha Collis son obras maestras y cada pieza posee su propio carácter individual. Basada en su irregular firma, mano derretida, 18 quilates, pepitas de oro, colección única que Natasha ha recibido el reconocimiento internacional y la puso entre los diseñadores que cuenta el mundo de la joyería de hoy
NOTICIAS
Dos generaciones de arte ibicenco
´Pomar: tradició i avantguarda´ es una muestra que reúne obras de los mundos de la fotografía, pintura y joyería tradicional ibicenca, disciplinas a las que esta familia de artistas del barrio de la Marina se ha dedicado toda la vida. «Es la primera vez que nos juntamos y esperemos que no sea la última», explicó ayer Toni Pomar.
Antoni Pomar es el artista más veterano de la familia. Desde los 14 años ha vivido pintando el paisaje ibicenco y a sus habitantes. A pesar de sus 85 años, el pintor ha elaborado cerca de 30 nuevas obras para esta exposción. «Le echamos la bronca porque no come y ha adelgazado mucho, pero pintar sí que pinta», afirmó Elisa ayer en la presentación a los medios sobre la sorprendente capacidad de trabajo de su tío.
Toni Pomar Bofill, hijo de Antoni, también retrata el paisaje ibicenco pero, a diferencia de su padre, lo hace a través del objetivo de una cámara fotográfica. El fotógrafo presenta más de 20 piezas, las más destacadas de su trayectoria como artista, desde la década de los años 90 hasta la actualidad. Entre ellas se encuentran una serie de imágenes que representan las letras del alfabeto catalán con objetos cotidianos. Asimismo también se pueden encontrar algunas de las fotografías que el artista tomó para el libro ´Ibiza as New York [Ibiza como Nueva York]´, de Toni Roca, en el que se buscaban similitudes de la ciudad norteamericana con la isla.
Elisa sí que siguió con la tradición joyera de sus antepasados. Gracias al trabajo que su padre, Pepín Pomar, hizo durante toda su vida sobre la joyería tradicional ibicenca, según ella misma aseguró ayer en la presentación, Elisa pudo aportar una visión diferente, más innovadora, de los típicos diseños. En ´Pomar: tradició i avantguardia´, aparecen conjuntamente los trabajos de Pepín y los que ella elabora actualmente. «Hay que tener cuidado, no se trata simplemente de mezclar. Hay que respetar las tradiciones y jamás seré partidaria de colocar un elemento innovador a una joya antigua. Lo que yo hago son reproducciones y adaptaciones para que las joyas ibicencas puedan llevarse en cualquier situación», explicó Elisa, quien declaró estar «muy orgullosa» de la exposición, que montaron durante tres días en los que el centro sociocultural permaneció cerrado para su preparación.
La inauguración de la muestra de los Pomar será este viernes a las 20 horas en el centro sociocultural S´Alamera y permanecerá abierta hasta el 8 de septiembre.
Diario de Ibiza, 3 de Agosto 2012
La tradición del oro
La joyería es el oficio de la familia Pomar en Ibiza desde hace al menos 150 años. Sus actuales propietarios, que han iniciado recientemente una nueva colección muy personal, muestran la historia de las joyas familiares en una sala, abierta al público, de la joyería de la calle Antoni Palau –calle de las Farmacias-, donde exhiben con orgullo una trayectoria en la que participaron muy activamente muchos de sus antepasados. La emprendada ibicenca ha sido siempre la estrella de este taller, bien conocido por los payeses durante décadas y que un día tuvo como cliente al rey Alfonso XIII.
IBIZA | VICENTE VALEROHay oficios que marcan el destino de una familia, si bien en nuestro tiempo esta fidelidad profesional no resulta tan frecuente como antaño. La persistencia familiar en un mismo oficio parece una cosa del pasado, algo que ya no se lleva. Incluso en lugares pequeños y en sociedades cerradas es difícil ya encontrar a más de dos generaciones dedicadas a un mismo trabajo heredado, despachando en un mismo comercio.
En Ibiza, la joyería Pomar constituye un raro caso, ha superado sin duda la media. Sus actuales propietarios son muy conscientes de este hecho y exhiben con orgullo parte de su historia en el pequeño museo particular, ubicado en una sala de la misma joyería de la popular calle de las Farmacias, junto a la plaza de la Constitución o del Mercado, el lugar donde empezó todo hace más de un siglo y medio.
Nadie sabe en la familia a ciencia cierta cuándo se instaló en la isla el primer Pomar ni tampoco cuál de ellos se inició como joyero o si el primero en llegar ya trajo consigo este oficio... Parece, sin embargo, que en los primeros años del siglo XIX ya trabajaba como platero en Ibiza un mallorquín llamado Joaquim Pomar Fuster, que falleció en 1848.
Se sabe que, al menos desde 1852, ya existía un pequeño taller de platería en el número 13 de la plaza de la Constitución, un local diminuto situado en el mismo lugar que había servido durante años de abrevadero para los caballos. Este lugar fue conocido siempre como Can Xim, ya que el nombre de Joaquim era frecuente en esta familia. Sin embargo, es de un Joan de quien sus herederos actuales conservan algún tipo de recuerdo. Y en este Joan también sitúan el origen de su destino profesional.
Joan Pomar Aguiló era, según cuenta su sobrino nieto, el pintor Antoni Pomar Juan, «un hombre muy especial, liberal, formidable en su oficio. Llevaba barba y no era muy alto. Le gustaba llevar un sombrero de estilo marinero. Murió con más de 90 años, soltero y sin hijos». Precisamente, al no tener descendencia, Joan Pomar Aguiló eligió a uno de sus sobrinos, Antoni Pomar Torres, para que aprendiera el oficio.
El pintor Antoni Pomar, hijo de este Antoni Pomar Torres, todavía recuerda a su tío abuelo en aquel pequeño taller donde todos aprendieron el oficio. Él y su hermano Pepín se iniciaron pronto en el mundo de la joyería y, en aquel minúsculo local, llegaron a coincidir aún con el anciano joyero los dos niños aprendices y el padre de estos. Lo que heredaron de aquél fue el taller con todas sus herramientas –algunas de las cuales pueden verse en el Museo Etnológico de Santa Eulària– y una moneda de oro que todavía conservan como una reliquia.
El pintor Antoni Pomar, después de más de veinte años, abandonó el oficio de joyero para estudiar Bellas Artes, dedicarse plenamente a la pintura y poder dar clases en la Escuela de Artes y Oficios de Ibiza. Fue su hermano Pepín, fallecido hace tres años, quien continuó con la tradición familiar, impulsándola y ampliándola en las últimas décadas. Y hoy son los hijos de éste, Elisa, Marina, Elena y David, quienes continúan en el negocio y quienes, también, desde hace tres años, han iniciado una colección familiar de joyas de diseño propio.
Maestros de la ´emprendada´
La tradición joyera de los Pomar está ligada desde sus inicios a la emprendada ibicenca. En Can Xim se han realizado innumerables joyas tradicionales y en el mundo rural de la isla los joyeros Pomar siempre han sido bien conocidos por esta razón.
Los payeses recurrían al taller de la plaza de la Constitución cuando querían iniciar sus emprendades. (Durante décadas no hubo otro lugar donde adquirirlas; más tarde surgieron otras joyerías en la ciudad e incluso llegaron a fabricarse en Córdoba, aunque no de manera artesanal).
El proceso era largo y complicado. «La fundición y manejar el torno era laborioso y pesado», recuerda Antoni Pomar. Para empezar, no siempre era fácil conseguir el oro y, en algunas épocas, era incluso ilegal comprarlo. Con frecuencia, procedía de viejas joyas que los payeses se veían obligados a vender y que los joyeros fundían para crear otras nuevas. También las monedas de oro proporcionaban materia prima para crear nuevas piezas. Para eliminar el hierro que había en el oro utilizaban imanes. Y para darle color un producto llamado vitriol.
Pendientes de herradura, collares de rombos, cruces, cordoncillos, botones, filigranas... El oficio contiene también elementos para la habilidad artística. «Nuestro padre –recuerdan Elisa y Elena– nos decía siempre que la vida sin arte no era vida y él era consciente del arte que había en su oficio, un oficio que le encantaba aunque era duro y aunque no siempre le proporcionó una vida fácil.»
A Pepín Pomar le gustaba investigar en la joyería ibicenca. Conocía bien todas sus piezas tradicionales, restauró muchas, creó otras nuevas. Dibujaba muy bien, con precisión milimétrica, y ofrecía a sus clientes diseños que, siendo tradicionales, incorporaban un sello personal, como de la casa, producto de la experiencia acumulada. «Inspiraba mucha confianza en sus clientes –asegura Elisa–, que dejaban el diseño de las joyas que encargaban en sus manos. Le decían que las hiciera como quisiera.»
Una emprendada completa no se hacía en menos de dos o tres meses, por supuesto sin parar y trabajando todos. «En realidad no paraban nunca –dice Elisa– sólo para comer, pero es que incluso cocinaban y comían en el mismo taller, toda la familia.»
«La emprendada –continúa Elisa– era lo único que realmente poseía la mujer ibicenca. Apenas tenía derechos, no heredaba, pues lo hacía el hermano, acababa viviendo en casa de sus suegros... En fin, si algo suyo tenía era la emprendada, por eso se trataba de algo tan íntimo para la mujer ibicenca y tan querido.»
En nuestros días, sin embargo, aunque las circunstancias de las mujeres han cambiado mucho, se hacen más emprendades que
nunca. «Hay más dinero que antes –afirma Elena–. Se compra poco a poco, con algunas piezas para las niñas, por la comunión, y luego se va siguiendo hasta completarla. Antiguamente también se podía
hacer así. También las mujeres que participan en las colles, si no la han heredado de su familia, quieren hacerse una.»
Pepín Pomar creó un equipo que continúa todavía haciendo las joyas de manera artesanal. Amplió el negocio con otros establecimientos de joyería y decoración en otros puntos de la ciudad. Sus
descendientes dirigen estos negocios, aunque lo de trabajar con el fuego y el torno ya no es para ellos. «Nuestro padre –se justifican Elena y Elisa– nunca permitió que nos mancháramos las manos ni
que nos expusiéramos a productos tóxicos como los que él empleaba.»
Después de la muerte de su padre, y como homenaje a él, iniciaron una colección de joyas propias, con el nombre de la
familia. En este empeño están ocupados todos los hermanos. Se trataba de un viejo sueño del padre: crear una firma propia después de tantos años y tantas generaciones dedicados a la joyería
tradicional ibicenca.
Al mismo tiempo, en la joyería de la Marina, permanece abierto al público un pequeño museo donde las viejas joyas se reúnen con las nuevas y, en definitiva, se da cuenta de una trayectoria
profesional familiar que se remonta al menos hasta el siglo XVIII y tiene el privilegio de continuar en nuestros días.
Diario de Ibiza, 12 de Junio de 2012
La historia que cuentan las joyas Ibiza, 11 de Sept. 2009
IBIZA | CRISTINA MARÍ A pesar de lo que muchos puedan creer, la joyería típica ibicenca es resultado de la influencia de los diferentes movimientos socioculturales que han
impregnado la vida de Ibiza, y los documentos que se han encontrado hasta la fecha no permiten certificar ningún
tipo de «endemismo cultural» en este sentido, según explica la doctora en Geografía e Historia y Antropología María Lena Mateu Prats, que acaba de publicar el libro ´Gonelles y Joies en Ibiza y
Formentera. Siglos XVII-XX (Aproximación a sus paralelismos en el Mediterráneo)´. Junto a ella, recorrer la sala, situada en la joyería Pomar de la Marina, en la que se expone la colección personal
de joyas artesanalmente elaboradas por el fallecido Pepín Pomar, se convierte en un apasionante paseo por la historia en el que se desvelan a la vez numerosos símbolos –especialmente relacionados con
la mujer–, caracteres y formas de vida de una sociedad sobre la que existe una visión a veces distorsionada.
Mucho antes de la llegada de la Ilustración, movimiento que predicaba el desarrollo del ser humano a través de la razón y el conocimiento, en Ibiza las supersticiones y las creencias estaban
presentes. Tanto es así, que la emprendada de plata y coral –todavía no se hacía de oro– era un símbolo de magia y protección que las mujeres no llevaban con el fin de presumir. El hecho de que
estuviese compuesta por coral refuerza las teorías sobre el simbolismo de protección, ya que además el coral posee propiedades curativas. Con la llegada de las corrientes de los valores de los
ilustrados hubo una importante transformación en la joyería.
Lena Mateu explica que «se comenzaron a mirar con desprecio los objetos mágico-protectores, fuertemente vinculados al coral, entre otras materias». Fue así como las joyas se convirtieron en un
elemento «eminentemente de ostentación». Aún así, algunas joyas de carácter religioso
como el rosario no desaparecieron ni cambiaron su simbología. Mateu señala que en Ibiza «había gran devoción por el rosario, que se consideraba una manifestación pública de la piedad o el dolor por
una muerte próxima». La autora explica en su última obra que precisamente eran las mujeres retiradas «de las vanidades mundanas», de cierta edad o viudas, las que lucían el rosario, un
objeto que, teniendo un valor protector, pervivió tras la llegada de la Ilustración.
En este momento histórico, en el que se miraba con recelo la religión y todo aquello que no estuviese bajo el sustento de la racionalidad, los amuletos tampoco estaban bien vistos. Es el caso de la
figa o higa, un colgante que tenía forma de puño cerrado con el pulgar sobresaliendo entre el
índice y el medio: «Se utilizaba contra el mal de ojo pero también hay investigadores que afirman que tenía una connotación erótica, ya que por su forma penetrativa recuerda al acto sexual». La
antropóloga cuenta que para defenderse del mal de ojo se realizaba a mano el símbolo de la higa o se alzaba el amuleto y se gritaba: «Figa li fa, figa li fa, figa li fa».
Erotismo y entrega de la mujer
En un contexto dominado plenamente por el sexo masculino, las joyas son un legado importante para determinar el nivel de integración de la mujer. El clauer, el rosario, los pendientes y los
anillos otorgaban a la esposa ciertos caracteres e incluso un nivel social determinado. Con el clauer, la
mujer pasaba a convertirse en la «perfecta casada», la responsable del hogar, en cuanto a lo doméstico.
Los pendientes son otro símbolo ya que al contrario de lo que se pueda pensar, no todas las mujeres los llevaban. Mateu cuenta que «las doncellas vírgenes y las mujeres de mala vida llevaban siempre
el pelo suelto, por lo que ellas sí llevaban pendientes». Las mujeres de mayor nivel
social y ya casadas normalmente portaban la toga como parte de su vestimenta, por lo que no podían lucir estas joyas. Las prostitutas también se vieron afectadas por estas normas oficiosas. Las
cintas o cadenas de plata en las que se colgaba el clauer estuvieron prohibidas para las prostitutas porque se consideraban «precintos simbólicos de la virginidad, por lo que incluso estaba
mal visto que llevasen cinturones». Estos precintos estaban en plena correspondencia con el escreix, es decir, el aumento de la dote en función de la condición de virgen de la mujer.
Los anillos también se acumulaban en los dedos de las mujeres, que podían llevar hasta un total de 24 al mismo tiempo.
Era el marido, en este caso, quien a partir de la boda iba regalando anillos a su esposa y todo dependía de su capacidad económica. Mateu detalla las dos teorías que giran entorno a un anillo,
llamado de borronat, con un corazón flaqueado por dos llaves: «¿Es la entrega simbólica de la llave que abre el corazón, con connotaciones o no eróticas, o de la llave de la nueva casa, como
el antiguo clauer?». las mujeres estaban entregadas al campo, a las tendencias incluso de la moda, a las necesidades, al hogar, a sus maridos, a la familia, a las costumbres y a las tradiciones, a la
historia y «a lo que es digno de ver en una mujer». Las joyas incluso llegaron al campo, con mayor o menor retraso, pero llegaron, asentándose en la historia y haciéndose un hueco para quedarse como
testigos y piezas de museo, narradoras de la religiosidad, de la magia, de la razón y de la tradición.
Diairo de Ibiza, 15 de Septiembre de 2009
La historia de Eivissa en sus joyas
Ibiza, 2 de Junio 2008
EIVISSA | PEP RIBAS El próximo 7 de junio la galería Pomar de la Marina presentará la exposición de una amplia muestra de la producción del joyero Pepín Pomar, fallecido en enero del año pasado. La muestra pretende ser un homenaje que organiza su familia a este artista, que a pesar de su variada e intensa trayectoria, nunca llegó a exponer su obra en vida.
«Mi padre vendía las piezas que hacía e iba guardando las que más le gustaban para hacer una exposición, pero la verdad es que estuvo trabajando toda su vida y la exposición nunca llegó», señala Elisa Pomar, hija del artista y exponente de la cuarta generación de esta saga de joyeros que inició en 1872 su bisabuelo Joaquín, fundador del comercio Can Xim y conocido en Eivissa como `es joier del rei´.
Este apodo no era gratuito, ya que, según explica Elisa, porque así se lo había oído contar a su padre, Xim había recibido diversos encargos de Alfonso XIII de Borbón, que regalaba a sus `amigas´ joyas de Eivissa, una isla por la que tenía una cierta predilección y que pudo visitar en sus escapadas extraoficiales. Este artista elaboraba joyas de oro y plata que, si bien no eran las piezas tradicionales de la `emprendada pitiusa´, sí que tenían algún rasgo característico que las relacionaba con ellas y que, por descontado, no existían en el mercado de la capital de España.
Josep Pomar, conocido popularmente como `Pepín´, nació el 9 de agosto de 1932. A los 13 años empezó a trabajar en el oficio de su padre y de su abuelo y esa tarea le acompañó hasta el final de sus días. Pero no se limitó a construir las joyas que le encargaban, sino que investigó profundamente en las raíces de la joyería ibicenca, las diferencias existentes entre las distintas zonas de la isla, e incluso en las raíces históricas de la cultura cartaginesa y su forma de tratar metales preciosos (oro y plata) para convertirlos en joyas.
«Cuando él sacaba una joya ibicenca no se inventaba nada, sino que detrás había un intenso trabajo de investigación», explica Elisa, la primera entusiasta de los valores artísticos de su padre, a quien reconoce una gran imaginación, que dejó patente en sus diseños originales y de los que habrá una amplia muestra en la exposición.
El espíritu artístico de este hombre se plasmaba en las variadas facetas de su trabajo, que además de tratar los metales preciosos, pintaba, esculpía, dibujaba y diseñaba. Uno de los exponentes de esta última faceta, el diseño, se encuentra en el edificio de Pomar Regals, en la avenida de España a la altura de ses Figueretes, que destaca en el entorno. Es responsable del diseño de los tres comercios de la familia y también de la galería que albergará un muestrario de su obra.
Las pinturas de Antoni
El hermano de Pepín, el pintor Antoni Pomar, participará en el homenaje presentando en la misma galería su exposición bianual, que en esta ocasión estará especialmente dedicada al artista joyero con quien compartió, sin duda, muchas inquietudes además de apellido.
La sala presentará una colección de piezas elaboradas por Pepín a lo largo de su vida, que viene a representar por una parte una síntesis de la joyería tradicional ibicenca y por otra, una muestra del talento de un artista que amó su isla y la honró con su trabajo creativo inagotable.
Las piezas no estarán a la venta, pero los interesados en alguna de ellas podrán encargar una réplica al taller de la familia, en el que trabajan cuatro joyeros que aprendieron con el autor. La fiesta que se preparando para el 7 de junio tendrá un especial sabor de cultura tradicional ibicenca y contará con actuaciones folclóricas y también con la del cantautor Joan Murenu.
Diario de Ibiza, 2 de Junio de 2008
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El passat dvdenires vaig anar a sopar amb uns companys de professif3, eren uns 12. Pre8viament havedem negociat un menfa tancat de 20€ amb el que vam quedar mes que contents no nome9s x la quantitat
sinf3 tambe9 per la qualitat de la cuina, de la presentacif3 dels plats i del tracte del personal.Ens van oferir tres entrants per compartir que xonsistia en:- amanida te8bia de formatge de cabra amb
maduixes.- calamars a la romana ( super frescos).- timbal de baldana, plat tedpicament tortosed qe ens va encantar tant als que erem de Tortosa con a la gent que va venir de fora. Despres vam menjar
un segon plat a elegir entre:- llenguado a la salsa se bolets.- confit d'e0nec.Tant els que vam menjar un plat comL'altre els vam trobar bonedssims! Finalment en lloc de fer postre vam pactar amb
l'ama del restaurant si ens podien fer un pasteds i la veritat es que ens van acceptar la proposta i el pasteds estava bonedssim. Aquest menfa ens va costar 20€/ persona i ame9s tb incloefa: pa,
cafe8s i infusions, vi de la casa, aigua i cava. Realment tot un luxe, vam quedar tant satisfets que aquest proper dissabte hi tornem x dinar. Pd: ens van situar una taula gran i quadrada que va fer
possible que tots ens pogue9ssim veure i xerrar tranquil-lament, vam agrair-hoPq era un sopar de feina i ens va ser mes fe0cil la conversa. A me9s la taula estava dintre del reservat del restaurant
que oferia un clima edntim ideal x parlar de feina! Tot un luxe! 100% recomanable!